Aracely Maldonado
Nació el 16 de enero de 1963 en Isla Verde,
provincia de Córdoba, Argentina.
Es Licenciada en Comunicación Social, egresada
de la Universidad Nacional de Córdoba.
Ejerció el periodismo en diferentes
medios gráficos y radiales de la ciudad de Córdoba, Resistencia y Asunción del
Paraguay.
Fundó “SOS País, Prensa Solidaria”, iniciativa que visibilizó a las
organizaciones de la sociedad civil del país. Trabajó en la región del Gran
Chaco. Su carrera profesional está dedicada a mostrar la
existencia real de las personas y comunidades más vulneradas. Ganó varios premios en certámenes periodísticos y tiene publicados seis libros de no ficción.
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QARASHE
FÉLIZ DÍAZ
Ediciones Recovecos, 2019. Córdoba
QARASHE, la
biografía del líder indígena Félix Díaz, es una reseña de lucha que invita a
reflexionar, sin prejuicios, sobre la realidad por la que atraviesan hoy los
pueblos indígenas de nuestra América. Es un relato periodístico, a partir de la
historia de vida de un hombre polémico y enigmático para algunos; inteligente,
sabio y valiente, para otros.
El libro
narra con la mayor fidelidad posible el pensamiento de un líder estratégico en
la reivindicación del territorio ancestral. Es casi un clamor para que nuestros
gobiernos los incluyan, de una vez y para siempre, en su agenda pública.
Carisma de líder
Aun desde
lejos su estampa es imponente, como el añoso algarrobo bajo el cual está
sentado. Responde a dos manos los mensajes de whatsapp que le llegan a los dos
celulares con los que convive diariamente, casi como si fueran una prolongación
de sus dedos largos y cobrizos.
Gallinas le
revolotean alrededor, cerca del charco de agua que se formó en el patio a causa
de la lluvia. Mientras, “Ochenta y seis” se estira con fiaca; así fue bautizado
el perro de pelo corto marrón claro que apareció un día desde la ruta nacional,
que cruza la comunidad, y que lleva ese número. A su lado están Tony y Monte, y
dos gatos grises que suben, bajan, trepan.
Cuando Félix
se levanta de su silleta, inclusive sus hermanos deben girar el cuello
levemente hacia atrás para mirarlo a los ojos. No sabe cuánto mide, dice que la
última vez que calibraron su altura fue en el servicio militar, hace ya largos
años, y que no recuerda con precisión cuál es su talla. Fácilmente debe rondar
los dos metros. Por algo fue arquero del equipo de fútbol de su comunidad,
aunque seguramente se hubiera destacado en el básquet si los indígenas de la
región hubieran practicado ese deporte.
Tiene
hombros anchos, sobre los cuales cae una lacia cabellera color ceniza que le
llega hasta la cintura, coronada por una gorra azul con visera. Pecho lampiño
según deja entrever su camisa blanca apenas abierta, que cubre sus largos
brazos para protegerlos del sol. Más delgado o más robusto según la comida que
se consiga en la marisca, su andar siempre es apacible, sosegado, aun cuando
está apurado. De chico aprendió a moverse con sigilo.
De entre
casa usa chinelas franciscanas color marrón oscuro, que apenas se distinguen
del color de los talones curtidos. En el otro extremo del pie las uñas aparecen
siempre como recién cortadas, con una pulcritud que se advierte desde su melena
hasta los grandes bolsillos laterales del pantalón náutico color negro
azulado.
Cara
redonda, rostro qom. Cejas rebeldes que salen para cualquier lado, como gruesos
filamentos, hacia la frente. Ojos marrones que parecen mirar siempre al
infinito, vista que pide anteojos, pupilas que con frecuencia se enturbian y
lagrimean con facilidad, por la tierra o la emoción. Nariz ancha, de cuyas
fosas ruedan hacia abajo dos líneas bien definidas por los años, por el clima
adverso, o por la lucha, enmarcando una boca grande y perfecta que sonríe con
una dentadura entera gracias a la comida sana del monte. Boca que habla
pausado, como un padre o un sabio, casi como acariciando. Boca que sólo se abre
para agradecer o para denunciar, nunca para agredir. Siempre calmas sus
palabras, seguras, convencidas, certeras. Boca que molesta, boca que alivia,
boca necesaria, boca amorosa que sabe cuándo hablar y cuándo callar.
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