La Cocina es puro Cuento

Se trata de un recetario de comidas realizadas por inmigrantes piamonteses en la Pampa Gringa cordobesa a principios y mediados de 1900, pero también es un cuaderno de vida escrito en primera persona, de notas historiográficas que ofrecen un marco contextual histórico.

El trabajo aglutina relatos orales contados durante años por una abuela a su hija y su nieta, recogidos por estás con amor y admiración hacia la narradora. También hacia el pasado de esa comunidad que supo mantener tradiciones propias aggiornadas a la tierra que les dio cobijo.

Escrito por la profesora de Historia Elva Beatriz Massola y la periodista Florencia Vercellone, “La Cocina es puro Cuento”, es un homenaje a los inmigrantes piamonteses y un capítulo más de la gastronomía regional argentina del siglo XX.

El libro fue editado por Babilonia y se encuentra dirigido a curiosos de la historia, nostálgicos lectores fantasiosos y sobre todo para amantes del buen comer la cocina.

 

Capítulo 1

Los inmigrantes piamonteses

Es preciso iniciar este libro contando acerca de cómo fue el arribo de los italianos del Piamonte a la zona de la Pampa Gringa y cuándo se hizo tal desembarcó. Según lo plantea la historiador Ulysse le Bihan en su estudio Italianismos en el habla de la Argentina herencia de la inmigración italiana “Desde 1875 hasta finales del siglo XIX llegaron a Argentina muchos agricultores del Piamonte que se instalaron en Santa Fe Entre Ríos y Córdoba”, zona que nos interesan particular para este libro, teniendo en cuenta además que las investigaciones de dicho autor, “los datos correspondientes a los años 1879-1890 indican que la principal región migratoria a la Argentina fue el Piamonte con un 22% de total de los italianos arribados”.

Un número por demás significativo, que sin dudas fundó las bases de un grupo social y cultural particular, que hasta el día de hoy puebla parte del centro y este argentino.
En este sentido, nuestros antepasados inmigrantes -particularmente los piamonteses-, contribuyeron a cambiarle la esencia y el rostro a nuestro país lo que no significó, como muchos piensan, la pérdida de sus anteriores riquezas culturales aprendidas durante siglos en su lugar de nacimiento. Se esta manera,  cómo lo entiende la investigadora santafesina Adriana Crolla: “La presencia de la italianidad operó como un masivo sistema de re-significación que aportó, a partir del proceso histórico de ocupación del espacio pampeano, factores culturales que contribuyeron a conformar la actual sociedad”.

Antes o después, seguramente todos los italianos que llegaron a nuestro país esperaban encontrar Horizontes promisorios para el hablar labrarse un porvenir y vivir mejor. Es que Europa, a mediados del siglo XIX, a raíz de sus vastos movimientos sociales, no ofrecía más que miseria, hambre y desesperanza para sus pueblos (…)

Así, quienes lograban traer capital, adquirían en zonas fronterizas porciones considerables de tierra para dedicarlas a la ganadería y a la labranza y en base a ellos se organizaron sistemáticas y verdaderas tareas de colonización. Otros gringos italianos, calificados genéricamente como jornaleros, llegaron por su cuenta y terminaron afincados en chacras o granjas dedicándose a la agricultura sin tener nada que ver con las colonias. Y es preciso destacar que el gran desarrollo agrícola se debió a estos en proporción mayor que a los colonos (…)

Sin duda en el trabajo en las estancias ganaderas hizo que el paisanaje y la gringada se acercaran apreciarán y comprendieran el italiano aprendió tomar mate y a comer asado y hasta se hizo jinete, mientras enriquecía su pobre vocabulario castizo, transformando su lenguaje en un verdadero “cocoliche”, cómo decían ellos. (…)

 


 

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