Alfonsina Clariá
Nació en Córdoba, Argentina, en
1972. Es Licenciada en Letras Modernas por la UNC, se dedica a la escritura,
investigación y dictado de encuentros literarios.
Ha publicado en poesía: Desvaríos, Ecos del fuego, Pájaros en la
casa, Imágenes incompletas, Mudanzas, Toda ceniza es alarido, El
jardín de los mendigos, Álbum de
fotos, Planeábamos una fiesta; en
ensayo: Edición crítico-genética de “Tres
golpes de timbal” de Daniel Moyano para la Colección Archivos y Biografía a contraluz. Redes y convergencias
en la poética narrativa moyaniana en coautoría con Pampa Arán (Escritures
d’Amérique Latine, Poitiers).
Ha participado en las antologías de
cuento Dora narra y Esperando el 600, y
también de poesía tales como en Fichas de
Poesía argentina, Palabras de poeta,
Luna de pájaros, Revista de poesía, 62 voces de la poesía argentina actual,
entre otras otras.
La luna hace visibles
las palabras que escribo
sobre el papel araña
de este viejo álbum de fotos.
Las recibo como una herencia.
Acaso estaban ahí
desde hace años
esperando ser alumbradas.
*
Esconder en el puño
cerrado de la noche
una gema
una palabra
de cristal labrado.
Hablar en secreto.
Ser la única destinataria.
*
A esta hora
en que la luz vacila
se enciende el pensamiento
mariposa blanca
que aletea hasta el alba.
*
Siempre es otoño
en el cuerpo del poeta
un aire frío se lleva
los sueños muertos.
Siempre es otoño
en el alma del poeta
cae la tarde
demasiado pronto.
*
El miedo
es esto que siento
tan ajeno
cuando miro las estrellas
y escribo.
*
Elegir
el camino del cieno
el lamento de la reja
que se abre.
Desandar galerías
lúgubres
juntar restos
exhumar olvidos.
Los árboles más altos
los de adentro
murmuran nombres
que aún respiran.
*
Vos y yo nos parecemos
a esos pájaros
que salen vivos de los derrumbes
y a la mañana siguiente
cantan.
*
¿Y si nos vamos al mar?
A la fotografía
en la que estamos juntos
tirados en la arena
cerca del carrito de milhos.
Vayámonos a descansar
a caminar bajo la luz
del atardecer
a mirar por la ventana
que se abre al rumor
profundo del mar.
Guardemos en un bolso viejo
la lluvia de las despedidas
el frío de lo irreversible
los espasmos del insomnio.
Armemos la valija
y dejémosla acá
vayámonos sin nada
a aquella foto
los dos solos.
*
En esta página
no escribo nada.
Me quedo mirándola
revivo la escena.
Pego cuidadosamente
los cuatro vértices
de la fotografía
de aquella siesta.
*
El rocío
ha dejado en el vidrio
una escritura
que no sé descifrar.
Mínimas gotas
vestigios de un lenguaje
transparente
filigrana de agua y luz.
Todas las cosas
hasta las más efímeras
expresan su verdad
todo huye del olvido.
*
El tiempo es arena movediza
vacilo
no sé pisar.
Si pudiera moverme
me quedaría donde estoy
en esta casa
en este cuerpo frágil
y fuerte
en el desvelo
en la escritura que amanece
me quedaría.
Todo está en movimiento
la eternidad es una puerta
que se abre.
*
Del libro Planéabamos una fiesta (2020)
Una cruz de flores blancas
sobre tu pecho.
Vos hubieras elegido rojas,
anaranjadas o amarillas
y no blancas como la ceniza
o los pasos entre lápidas.
*
La realidad es una casa
que el tiempo quiere a despoblar.
Queda una bolsa de restos
que aún respiran
presencias que buscan
desesperadamente el abrazo
perfumes familiares
voces que anudan recuerdos.
La tierra busca sepultarlos,
ellos flotan
emergen
resisten uno apoyado en el otro.
La realidad es una casa
que el tiempo no logra despoblar.
*
¿Cuál es el límite del frío?
Cuando era niña pensaba
que eran las paspaduras de las
manos.
Qué poco sabía del invierno,
de los pies del mendigo
que no alcanza a cubrir
el diario de la indiferencia,
del abandono
y del olvido del amado,
de mutilaciones y los duelos,
de la separación de un hijo
de su cuerpo
y del tono de su voz.
Aún hoy me sigo preguntando
¿cuál es el límite
más desgarrador del frío?
No es la muerte
es la vida sin germinaciones
es querer irse detrás de alguien
y seguir estando acá.
*
Pienso en la tarde
que planeábamos la fiesta
y en todo lo que pasó después
en las urgencias
en la terapia intensiva
en la espera
y también en tu balcón
donde cantan tres pichones
Pienso que aquella tarde
que planeábamos la fiesta
era la fiesta.
*
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